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  • Samuel Prieto Rodríguez

Internet y medios tradicionales: intrigas, conspiraciones, mentiras y crisis de credibilidad


Recientemente, Buzzfeed utilizó su herramienta analítica Buzzsumo para hacer una investigación con un resultado escandaloso pero que ayuda a dimensionar el problema: las 20 noticias falsas más populares en un periodo de 3 meses difundidas mediante Facebook, la red social con más usuarios en el planeta, superaron en más de un millón de interacciones a las historias más destacadas de medios como The New York Times, The Wall Street Journal o CNN.

Una buena parte de los críticos de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos han dicho que su victoria tuvo que ver con ese fenómeno. Incluso, Paul Horner, empresario nada ortodoxo quien inició escribiendo noticias falsas como una diversión que se convirtió rápidamente en una especie de imperio mediático online, afirma que en buena medida la victoria del candidato republicano es su culpa. Hasta se ufana de que el jefe de campaña, Corey Levandosky, compartió una de sus ocurrencias.

Lo más curioso es que Horner dice que odia al ahora presidente electo y que su objetivo era poner en evidencia a sus seguidores. "La gente es sin duda cada vez más estúpida. (...) Mis sitios fueron revisados por los partidarios de Trump todo el tiempo, sus seguidores no comprueban nada de lo publicado, creen cualquier cosa”, le dijo a The Washington Post. “Mirándolo ahora, creo que ayudé a la campaña más que hacerle daño y resulta que este tipo está en la Casa Blanca”.

En los días finales de la campaña, algunas de las notas falsas que aparecieron y tuvieron una difusión extendida sobre todo en Facebook, decían que el Papa Francisco apoyaba a Donald Trump, que Wikileaks confirmaba que Hillary Clinton había vendido armas al Estado Islámico y que un agente del FBI sospechoso de filtrar los correos electrónicos de la ex secretaria de Estado había aparecido muerto, entre otras.

The Washington Post va aún más allá: “Esfuerzo de propaganda ruso ayudó a difundir ‘noticias falsas’ durante la elección, dicen expertos”, tituló el encabezado de una nota en la que su reportero, Craig Timberg, afirmó categórico en el primer párrafo: “La inundación de ‘noticias falsas’ esta temporada electoral recibió el apoyo de una sofisticada campaña de propaganda rusa que creó y difundió artículos engañosos en línea con el objetivo de castigar a la demócrata Hillary Clinton, ayudando al republicano Donald Trump y socavando la fe en la democracia estadounidense”.

Explica que Rusia utilizó una maquinaria sofisticada con miles de cuentas en redes sociales operadas por bots y equipos humanos actuando como trolls, amplificando la difusión de sitios de noticias con información sobre el supuesto deterioro de la salud de la candidata demócrata, sus problemas legales con los correos electrónicos cuando fue secretaria de Estado y otras que buscaban aumentar la aparición de tensiones internacionales promoviendo el temor de posibles hostilidades con Rusia que podrían llevar a un enfrentamiento nuclear.

La nota de The Washington Post dice que 2 equipos de investigadores independientes rastrearon el origen de tweets particulares y descubrieron conexiones entre cuentas de redes sociales que posteaban mensajes sincronizados constantemente. La identificación de códigos de sitios web reveló en ocasiones la propiedad común. En otros casos, la constante eran frases exactas que se repetían en los sitios y en las cuentas de redes sociales.

Un informe de www.PropOrNot.com (Propaganda or not) identifica más de 200 sitios de contenido ruso durante la temporada de elecciones estadounidense. Unos con noticias falsas, otros satíricos o graciosos, e incluso algunos servicios de información financiados por Moscú que “imitan el estilo y tono de las organizaciones de noticias independientes”, como RT y Sputnik.

Su difusión en redes sociales utilizaba algoritmos para posicionarlas como trending topics que en ocasiones llevaron a empresas de noticias estadounidenses a dar cobertura a esos temas. En Facebook, PropOrNot estima que las historias plantadas o promovidas por esa campaña de desinformación habrían sido vistas más de 213 millones de veces. Otras fórmulas similares hacían que sus contenidos aparecieran primero en los motores de búsquedas.

Si todo eso se comprobara oficialmente, no sólo quedaría muy mal parado el sistema democrático de un país con historial de abanderar la democracia como un argumento para entrometerse en muchas naciones y conflictos internacionales, sino que también exhibiría una extrema vulnerabilidad de una potencia mundial ante otra históricamente antagónica. Sería, pues, un escándalo de proporciones mayúsculas.

Por lo pronto, ahora un grupo de seguidores de Hillary Clinton y la excandidata del Partido Verde, Jill Stein, exigen un recuento de votos en tres estados: Wisconsin, Pensilvania y Michigan, luego de informes de expertos en seguridad electrónica que piden descartar un posible hackeo que haya manipulado los datos informáticos de la elección. Para tomar fuerza, lanzaron una campaña en redes sociales con el hashtag #AuditTheVote.

Lo que abona a la duda es que Trump venció a Clinton por diferencias muy pequeñas de votos. En Pensilvania fueron 20 mil y en Wisconsin 60 mil. En Michigan las cosas no son distintas, pero cabe decir que esos 3 estados se habían inclinado por los candidatos demócratas en elecciones anteriores. Con esas cifras, un grupo de expertos informáticos y abogados electorales destacados de la Universidad de Michigan, alertaron a la campaña de Clinton de que la candidata recibió menos sufragios de lo esperado en condados donde el voto es electrónico. Por ello creen que la mejor forma de certificar que no hubo manipulación de datos informáticos es llevar a cabo un recuento en los tres estados.

Cabe decir que Hillary Clinton ganó el voto popular con 2 millones de votos más que Donald Trump, pero él se llevó los votos electorales necesarios para quedarse con el triunfo.

Pero de regreso a la presunta estrategia para conseguir la victoria republicana con notas falsas, el creador y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, se apresuró a lavar las manos de su red social. “Personalmente creo que es una idea bastante absurda que las noticias falsas en Facebook, que sólo son una pequeña parte del contenido, puedan haber influido de alguna manera en las elecciones”, dijo en un discurso en California.

Lo mismo hizo Miguel Alva, director de marketing para Latinoamérica del buscador de internet más popular del mundo, en Panamá: “En lo que se ha esforzado Google desde el inicio es que internet sea democrático, que pueda haber contenido de todo tipo”, dijo a la agencia EFE. “Creemos que es el usuario el que tiene que discernir cuáles son esos sitios con mayor credibilidad”.

Tanto la red social como el buscador no se asumen como medios de comunicación sino como empresas tecnológicas, por lo que en un principio se mostraron renuentes a adoptar alguna responsabilidad. Sin embargo, el asunto es serio así que terminaron tomándolo de esa forma y anunciaron estrategias para combatir las noticias falsas.

Incluso el presidente estadounidense, Barack Obama, se refirió al tema en una rueda de prensa conjunta con la canciller alemana, Angela Merkel, enfatizando el riesgo que representa una prensa irrelevante en la era de internet. "La democracia requiere trabajo. (...) Si no nos tomamos en serio los hechos y lo que es verdad frente a lo que no, particularmente en la era de las redes sociales donde tanta gente obtiene información troceada en sus teléfonos, si no podemos diferenciar entre los argumentos serios y la propaganda, tenemos un problema", advirtió.

Facebook optó por actualizar sus políticas publicitarias para restringir que sus ingresos provengan de publicaciones pagadas con contenido falso, engañoso o exagerado en forma de noticias. Además, ahora permite a sus usuarios denunciar esa clase de información, como ya lo hacía con el contenido ofensivo o pornográfico para eliminarlos. La diferencia es que no va a retirar esos posteos, pero su algoritmo sí se encargará de que tengan una distribución reducida en la corriente de publicaciones. Esta medida se ve como positiva considerando que en Estados Unidos la mayoría de la población sí tiene acceso a internet y a redes sociales, y es por ahí que recibe mucha de la información que consume.

En el caso de Google, el buscador decidió un cambio de política para evitar que los sitios web con contenidos falsos utilicen su red de publicidad AdSense, el sistema que permite que el propietario de una página reciba dinero cada vez que un internauta vea o haga click sobre un anuncio de Google alojado en su sitio. Muchos administradores de contenidos, lamentablemente, buscan aumentar sus clicks y por lo tanto sus ingresos, utilizando información sensacionalista, exagerada o falsa.

Eso es lo que están haciendo las redes, pero ¿y los medios tradicionales? La mayoría salieron bastante raspados ya sea por seguir la tendencia de las noticias falsas y hacer eco de ellas, por sus encuestas que en la mayoría de los casos no acertaron en casi nada, porque no han mostrado creatividad y estrategia para viralizar más de sus contenidos en internet o porque quedaron confrontados con alguno de los candidatos y peor si fue con el que se llevó el triunfo. De este episodio, la mayor crisis en las redes y en los medios es la pérdida de confiabilidad.

#Periodismo #Internet

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