- Samuel Prieto Rodríguez
El estúpido linchamiento de Álvaro Cueva, las redes y el mal periodismo

Leyeron los primeros 2, 3, tal vez 4 párrafos, se indignaron y dejaron de leer los 17 restantes que establecían el punto real y explicaban la aparente bravuconada de inicio. Fanática de la etiqueta y el estereotipo como es la gente aunque lo niegue, se distorsionó el mensaje, todo se salió primero de contexto y después de control.
Pero también, Álvaro, estás viendo y no ves. Las redes son las grandes potenciadoras de todo, incluyendo la estupidez humana, además de que todos los comunicadores que gustamos del uso de sarcasmos sabemos del amplio y frustrante número de personas que no saben distinguir uno cuando lo tienen enfrente.
Hay que ir al punto desde el principio y después desmenuzarlo. Por años, muchos estudios han documentado que prácticamente nadie lee un texto periodístico completo. De hecho, la gran mayoría se quedan en el encabezado, los balazos, tal vez el primer párrafo y listo. Por eso es que el periodismo escrito se ha estructurado así desde tiempos ancestrales. Eso es lo que te pasó. Lo muy lamentable es que en el universo de los grandes periodistas y sesudos analistas, haya también quienes cayeron en ese juego.
Pero, ¿qué paso? Para quienes leen más de 2 párrafos, la historia es más o menos así: el domingo 18 de diciembre, Álvaro Cueva publicó en Milenio una columna titulada El odio a Ana Guevara y María Barracuda, en la que hace una crítica a los comunicadores que se van con la finta de que una figura pública merece más atención del aparato de justicia que cualquier otra persona. En amarillo, la parte que ocasionó el linchamiento. En verde, hasta el sexto párrafo, el punto de la disertación:

Las críticas y el linchamiento de Álvaro se encendieron casi de inmediato en las redes. El problema se acentuó con ese cáncer que son los reporteros y analistas boletineros que ahora también revisan lo que se hace viral en Facebook o Twitter y listo, tienen una nota a la que incluso se dan el lujo de meterle más de su cosecha como esta, firmada por una reportera llamada Lydia Zárate.

Y de ahí los veredictos de sesudos analistas que, se supone, van al fondo de todo. Aquí un paréntesis: muchos de esos ínclitos seres confunden el análisis con la opinión. Analizar es dividir un todo en sus partes para explicarlo con detalle y eso es justo lo que no hicieron porque es más fácil opinar y subirse al juego del linchamiento que hacer su trabajo de revisar en profundidad y contexto el tema que están abordando, como lo dicta el rigor periodístico. No conformes con eso, se dan el gusto cínico de criticar esa práctica. Un ejemplo, este blog de The Huffington Post México, firmado por Ana G. González.

Esta bola de nieve ya va en el punto en que hasta hay una petición en Change.org para exigir una disculpa pública a Álvaro Cueva y su despido de Milenio.

La posición del periodista está en su columna titulada El Odio a Álvaro Cueva de este 22 de diciembre.
Visto desde su globalidad, este asunto ilustra todo lo que puede ocasionar una red en manos de la estupidez, un periodismo en manos de holgazanes y poco profesionales, y un mundo que lee poco y juzga mucho.