- Samuel Prieto Rodríguez
El Error: Ficción, Miedo, Debacle

Faltaban sólo once días para el cambio de gobierno. Esa reunión secreta y de emergencia entre los equipos económicos saliente y el entrante era el síntoma claro de un problema grave que estaba por convertirse en la crisis económica más severa de la historia mexicana reciente.
Los presidentes en ejercicio y electo, Salinas y Zedillo, calculaban costos políticos y consecuencias económicas. Cada uno fijó su posición, propuso y negoció. ¿Llegaron a algún acuerdo? ¿Pudo ser mejor? ¿O peor? Ese es uno de los momentos cumbre en El Error: Ficción, Miedo, Debacle, la nueva trilogía de Azteca Documentales sobre el llamado error de diciembre de 1994.
Para el país, ese año fue como levantarse con el pie izquierdo, tirarse la sal encima, romper un espejo, pasar por debajo de una escalera y encontrar un gato negro en el camino. Sólo faltaba que nos meara un perro en la pierna.
En sólo 9 meses, México enfrentó la suma de muchos sucesos y males que ningún estratega podía haber previsto juntos en ningún escenario. Una guerrilla, el candidato presidencial oficialista asesinado, después el secretario general de su partido, secuestros de empresarios importantes, en fin. Todo eso, claro, ocasionó inversionistas nerviosos, fugas masivas de capitales y muchos problemas financieros que se sortearon, digamos que con un nivel importante de éxito.
Entonces ¿qué falló? ¿Hubo alertas? ¿Alguien en la comunidad financiera se dio cuenta de que se avecinaba una catástrofe económica? ¿Pudo evitarse? Cualquier detalle, cualquier equivocación, cualquier mal cálculo, podía hacer una diferencia catastrófica. ¿Cuál fue la gota que derramó el vaso? ¿Cómo se desató la debacle? ¿Cometió errores graves el nuevo gobierno con sus cambios en la conducción de una política económica que había sobrevivido a los sucesos complejos de ese año? O sea, ¿cuál fue el error?
El documental, escrito por este servidor, responde a esas preguntas a lo largo de los 3 episodios con un análisis financiero riguroso de cada uno de los momentos clave, el testimonio de los protagonistas decisivos y las explicaciones claras de una gama amplia y diversa de especialistas.

Millones de mexicanos quedaron en la ruina, crecieron estratosféricamente la migración y la delincuencia, el sistema bancario colapsó y las consecuencias, como adultos o jóvenes, las vivimos y seguro las recordamos porque, además, seguimos pagándolas con varios miles de millones de pesos del presupuesto anual.
¿Aprendimos algo? El documental relata hechos, muestra datos duros y realiza un análisis que da los elementos para que cada uno forme su propio punto de vista. Esta es una reflexión absolutamente propia:
Con las decisiones de política económica tomadas en esa época, el país terminó 1994 prácticamente sin reservas internacionales; hoy son del orden de los 170 mil millones de dólares. El tipo de cambio era controlado mediante una banda de fluctuación que dilapidada justo las reservas internacionales; hoy lo establece el mercado y las intervenciones del Banco de México para estabilizarlo son mínimas.
Había un déficit desproporcionado en la cuenta corriente de la balanza de pagos que se financiaba con deuda de cortísimo plazo, lo que hacía excesivamente vulnerable a la economía; hoy el nivel de deuda como proporción del PIB preocupa a algunos analistas y calificadoras pero los respaldos y plazos son muchísimo más sólidos y manejables. Con el estallido de la crisis, la tasa de interés llegó a ser hasta del 110 por ciento; hoy la de referencia está en 6.75 por ciento y ya se considera alta.
Claro, mejor estamos, mejor queremos estar. Naturaleza humana. Hagamos una pregunta provocadora: ¿Actualmente estamos en crisis? Respondamos objetiva aunque polémicamente: No. No estamos en el paraíso, la situación peor de otros no es consuelo propio y podríamos estar mucho mejor, pero no, no estamos en crisis.
El dólar ha roto incluso el piso de los 18 pesos, desde los 22.02 que costaba el 19 de enero cuando se acercaba la tormenta llamada Donald Trump. Las exportaciones no han detenido su dinamismo, los productos agrícolas mexicanos están encontrando nuevas fronteras, el turismo está abriéndose a nuevos mercados y nichos, el nivel de empleo en la economía formal incluso ha crecido, las remesas no han dejado de llegar y así, cada indicador dice que esto, mal, no va. Lento, insuficiente, desesperante, con tropiezos y desaciertos, pero en términos macroeconómicos, bajo la lupa más rigurosa, no está mal.

Revisemos episodios recientes. En enero hubo un malestar general por la eliminación del subsidio a las gasolinas que terminará de concretarse al finalizar el año. Recibimos el 2017 con un aumento de entre el 14 y el 20 por ciento que ocasionó a su vez el incremento en el precio de otros productos porque hay que transportarlos para que lleguen a los anaqueles comerciales. Claro, esos precios no subieron en el mismo porcentaje porque el transporte sólo es un componente de su costo junto con el de producción, insumos, marketing, etc.
La inflación se disparó, principalmente a consecuencia de eso. En 2016 subió 3.36 por ciento y en comparación, apenas en el quinto mes de este año ya iba en 6.16 por ciento. Va a ir bajando hasta estabilizarse de nuevo hacia el 3 por ciento anual en promedio, a partir de 2018.
¿Como para qué se necesitaba el trago amargo de quitarle el subsidio al precio de los combustibles? Porque sostenerlo implicaría unos 200 mil millones de pesos al año, o sea 1,900 millones diarios. Comparando, cada 20 días se extinguiría lo equivalente al presupuesto de la UNAM para todo el año. También sería una cantidad 10 por ciento mayor a todo el dinero que se gasta en seguridad incluyendo el Ejército, la Marina, PGR y policía cada 12 meses.
¿Y eso qué? Bueno, que la experiencia traumática de las crisis severas que hemos vivido nos ha enseñado que hay que corregir, aunque duela, lo más a tiempo posible para que no sea peor. Pasó en aquella crisis. El enorme déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se debió fundamentalmente a una medida populista que buscaba exacerbar los beneficios de la apertura y el libre comercio en el bienestar, pero como todo en exceso es malo, terminó siendo muy contraproducente.
¿Que alcance el gasto familiar en el supermercado es más prioritario para el bolsillo? Seguro que sí, nada más que el subsidio a los combustibles estaba mal enfocado. De los 190 millones de litros de combustible que consume el país al día, 30 por ciento lo compramos los pobres, porque muchos ni coche usamos, y el 70 por ciento es para los 3 deciles más pudientes de la población. O sea que invertir ese dinero en otros programas sociales termina siendo más justo.

Un producto que ha hecho bastante ruido es el aguacate, que se puso carísimo. ¿Botón de muestra de que estamos o vamos hacia una crisis? Michoacán produce el 80 por ciento de ese fruto en México. Este año le afectó duro la tormenta invernal número 11 que dañó varias cosechas y además las exportaciones han estado creciendo hacia Estados Unidos e incluso Europa. Y como problema matemático de primaria: si tenemos menos aguacates en México para el mismo número de consumidores queriendo comprarlos, ¿qué pasa? Pues que sube el precio.
Algo hemos aprendido, ¿no? ¿Es suficiente? Quien no conoce la historia, está condenado a repetirla. El diablo está en los detalles, así que acompañe a Azteca Documentales a develar los no conocidos; los dichos, omisiones y hechos determinantes; la posición de cada uno de los protagonistas y la reconstrucción del complejo momento histórico de 1994 cuyas consecuencias seguimos pagando, en El Error: Ficción, Miedo, Debacle.
La serie de 3 se estrena en sábados sucesivos a las 11pm: 17 y 24 de junio y 1 de julio, en televisión abierta digital por Azteca Trece, en la red por www.aztecatrece.com/documentales y en la app, disponible gratuitamente en iTunes y Play Store. Pocas horas después de su estreno, cada episodio puede verse con acceso libre en la misma página web. Sea parte de la discusión participando en Facebook y Twitter con el hashtag #DocumentalElError.