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  • Samuel Prieto Rodríguez

Hollywood: Qué hacer si el cine ya no se ve tanto en el cine


El cine se ve en el cine, pero el streaming es lo de hoy. ¿Qué hacer? No es la primera ocasión en que los avances tecnológicos predicen, sin razón, la muerte del séptimo arte como lo conocemos, pero ahora hasta la propia industria está explorando sus opciones.

A Hollywood le fue mal este verano en las salas cinematográficas estadounidenses. Los ingresos en taquilla fueron 11 por ciento menores a los de esa temporada del año pasado y no se espera que alguno de los grandes estrenos próximos vaya a revertir esa situación. De hecho, es probable que empeore considerando que no hay, por ejemplo, un estreno con expectativas en puerta para el primer lunes de septiembre, que es cuando Estados Unidos celebra el feriado Labor Day.

Y no es que la calidad ande mal. “Tuvimos uno de los mejores veranos en términos de contenido”, afirma Paul Dergarabedian, analista senior de ComScore Inc. “Las películas más pequeñas fueron muy rentables y las que asumieron riesgos fueron recompensadas”. En la lista de cintas con números sobresalientes hay varias como Dunquerke, Baby Driver, Wonder Woman y Spider-Man: Homecoming.

Claro, como siempre, también hay otras que tomaron el camino fácil de la fórmula reciclada, sin buenos guiones o sólo llenas de explosiones, y fueron las que cosecharon fracasos como Transformers: The Last Knight, que logró recaudar apenas la mitad de los ingresos domésticos de la película anterior de la serie, o Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, que también se quedó muy abajo de las expectativas igual que The Mummy y Baywatch.

El analista en jefe de Boxoffice.com, Shawn Robbins, dice que “la lección importante que los estudios deben aprender es: sólo porque ponen un montón de franquicias en el calendario no significa que van a ganar dinero”. Su cálculo es que para los próximos veranos Hollywood ofrezca más películas de terror, que tienden a ser inmunes a las críticas, y una mayor proporción de dramas y comedias baratas pero cuidadosamente diseñadas.

Pero más allá de la oferta, ¿la gente está asistiendo menos al cine? ¿Es una tendencia que se volverá permanente? ¿Los servicios de streaming están causando problemas a las salas de proyección?

Uno de los intentos por ocupar butacas y vender palomitas es MoviePass, una especie de Netflix para ir al cine, que existe desde 2011 pero últimamente está tomando algo de notoriedad. Es propiedad de Mitch Lowe, uno de los cofundadores del servicio de streaming de video por suscripción más popular del planeta. Opera en Estados Unidos y su oferta es que una persona puede ir a los cines que guste, ver las películas que prefiera, cualquier día durante un mes por 10 dólares, unos 180 pesos mexicanos.

No es una empresa pública, así que no hay información disponible sobre sus estados financieros o el número de abonados, pero claramente el modelo de negocios sustentado sólo en las suscripciones no da para el intermediario ni para las salas de cine. El pago mensual no es ni el de dos entradas a una función pagando en taquilla al precio promedio en ese país.

Lo que acaba de hacer MoviePass es vender una parte de su propiedad a Helios and Matheson Analytics, una firma de datos dirigida por Theodore Farnsworth, quien dijo que el objetivo es acumular una gran base de clientes y reunir datos sobre comportamiento de los espectadores. Nada diferente a lo que hacen Google o Facebook para valer miles de millones de dólares: reunir información con fines publicitarios, marketing y cualquier otra razón por la que es tan útil. “Cuanto más entendemos a nuestros seguidores, más podemos apuntar a ellos”, agrega Farnsworth.

Pero Hollywood también está volteando a ver a los servicios de streaming de paga como una opción. Los estudios cinematográficos están explorando un plan para vender o rentar sus películas en línea sólo unos días después del estreno, dejando todavía más vacías las salas de proyección que, sin embargo, aún tienen mucho poder en el sector.

De acuerdo con un reportaje de Bloomberg, la fórmula contiene una propuesta para compartir una parte de los ingresos con las cadenas de cines a cambio de que aprueben la idea, pero el atorón está en el porcentaje y en la duración de ese acuerdo, que las salas exhibidoras condicionan a que sea de un plazo largo, al menos 10 años.

Algunos de los principales impulsores del proyecto son Universal Pictures y Warner Bros, que ya tienen pláticas bastante avanzadas con Apple y Comcast sobre formas de impulsar el proyecto hasta sin las cadenas de cines.

Disney no está incluido en la idea porque tiene un proyecto más propio. Retirará sus contenidos de Netflix a partir de 2019 en Estados Unidos, en la víspera de lanzar su propio servicio tras la compra de la empresa BAMTech.

El propio Netflix tiene sus intereses bastante ambiciosos en la producción cinematográfica sin pasar por las butacas y dulcerías. Aquí mismo, en El Despacho del Productor, adelantamos en su momento que tiene 30 películas para estrenar nada más en este 2017, desde obras de bajo presupuesto hechas por productoras pequeñas e independientes hasta carísimos y ambiciosos filmes al estilo hollywoodense.

Es una gama bastante más grande que la realizada por la mayoría de los grandes estudios y por supuesto, no obedece a una idea loca sacada de la manga sino a toda una estrategia.

Sus producciones recientes incluyen War Machine que ya está en línea y Bright que se espera para diciembre, entre las más sonadas, pero también está aventurándose a terminar la compleja película The Other Side of The Wind que Orson Welles comenzó en 1969 y abandonó en 1976, que es una sátira del Hollywood de aquella época, protagonizada por John Huston, Bob Random, Peter Bogdanovich, Susan Strasberg y Oja Kodar.

Lo dicho. El cine se ve en el cine, pero hasta para Hollywood el streaming es lo de hoy.

#Cine #Audiovisual #Finanzas

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