- Samuel Prieto Rodríguez
Apple y la televisión

Apple domina en muchas pantallas pero al menos hasta ahora, extrañamente, la televisión no es una de ellas. Ahora tiene en su nómina a los exejecutivos de Sony, Jaime Erlicht y Zack Van Amburg, a quienes les confió 1,000 millones de dólares para hacerse de contenidos originales.
Aun no está claro cómo va a distribuirlos aunque la lógica dice que la indicada sería la plataforma Apple Music. ¿Qué tan relevante es? Eso tampoco queda claro. La compañía está llegando algo tarde al negocio de la televisión por internet.
Netflix está invirtiendo 6,000 millones de dólares en contenidos exclusivos y para 2018 serán 7,000 millones. Su competidor más cercano, Amazon Prime Video, está apostando con 4,500 millones este año tanto en producciones originales como en licencias. La reina de los contenidos premium, HBO, se gasta 2,000 millones de dólares al año incluyendo la inversión en Game of Thrones, sin duda la serie de mayor impacto actualmente en todo el planeta.
Facebook arrancó su servicio Watch con 1,000 millones de dólares destinados a contenidos. A diferencia de otros servicios, no espera desembolsar cada año más dinero hasta llegar a cantidades estratosféricas, sino asociarse con los productores y compartir las ganancias por publicidad, dado que este servicio no es de paga. En todo ese contexto más el de Twitter y sus transmisiones deportivas en vivo y muchas otras ofertas en el mercado, la apuesta de Apple no parece tener mucho de atractivo.
¿Por qué no había volteado hasta ahora a la pantalla televisiva? Es un poco inexplicable considerando la experiencia en producción de su fundador y la institucional en distribución. Durante los años en que Steve Jobs estuvo fuera, compró y dirigió Pixar con la que produjo la histórica primera película animada por computadora, Toy Story, y algunas otras con un éxito rotundo. Al regresar, llevó a la empresa toda esa experiencia y la aplicó en varios niveles como el trabajo colaborativo en vez de centralizar dictatorialmente la toma de decisiones y el creativo en cuanto a diseño y marketing.

Otra de las varias cosas que hizo al retomar las riendas de Apple fue crear iTunes, un servicio tan innovador que marcó el inicio del fin para el CD y un cambio en la manera de consumir música sin la necesidad de comprar todo un álbum sólo por una o dos canciones. La genialidad empresarial consistió en que Jobs negoció acuerdos con la industria discográfica para vender cada canción por 99 centavos de dólar, lo que al principio se vio como un ganar-ganar para todos ante la amenaza que había desatado Napster. Con el tiempo, los ejecutivos musicales perdieron el encanto mientras iban dándose cuenta de que Apple fue tan habilidosa que le habían entregado en bandeja de plata buena parte de las ganancias.
Extrañamente, en el negocio del video Apple no hizo movimiento alguno. Cuando Netflix irrumpió con su servicio de streaming en 2007, desató la vorágine en la que estamos inmersos hasta ahora obligando a los grandes estudios a sacar sus mejores armas creativas en la producción de contenidos y a incursionar en el universo web, sin embargo, Apple se mantuvo casi absolutamente al margen.
Lo más que se acercó fue mediante el dispositivo Apple TV que es básicamente un reproductor de streaming y lo ha ido actualizando de acuerdo con la evolución tecnológica de cuando en cuando. Durante la presentación del pasado 12 de septiembre, con el iPhone X como la estrella de la ocasión, también presentó el Apple TV 4K que, como su nombre lo indica, es capaz de reproducir imágenes en Ultra HD (3840x2160) y además con la tecnología HDR que ya hemos descrito aquí. Básicamente, lo que hace es abarcar un rango mucho mayor de niveles de exposición en cada una de las zonas de la imagen y así es posible que el objetivo se vea bien sin que el fondo luzca quemado o el fondo bien pero el objetivo oscuro. El balance en la exposición permite, a la vez, una corrección de color mucho más nítida.

Pero esos son aparatos y procesadores. Guiones y obras audiovisuales son otra cosa. Ahora, la popularidad de iTunes y con ella su rentabilidad pasan por la presión de estar quedándose atrás en las apabullantes tendencias. Los primeros esfuerzos de incursión, bastante exitosos cabe decir, son Planet of the Apps que es un reality show al estilo de Shark Tank pero de apps, y Carpool Karaoke ese programa en que una celebridad comparte un coche con el presentador y recorre su playlist favorito. Ambos programas son visibles en la plataforma de Apple Music.

Ahora veamos qué harán sus nuevos y flamantes ejecutivos traídos de la industria de la televisión con 1,000 millones de dólares en contenidos para el próximo año.
Hoy, Apple es un imperio global y su marca es de las más valiosas del planeta pero cabe decir que su vocación innovadora está algo extraviada. En los años recientes únicamente ha ido adaptando sus productos al desarrollo tecnológico: computadoras cada vez más potentes, iPads y iPhones cada vez más grandes o con más capacidad, jubilaron el iPod y así. No mucho que ver con el fundador del imperio. Steve Jobs era un creador. Tenía el producto nuevo que revolucionaría la industria y la forma de ver y hacer las cosas.
1,000 millones no son mucho pero sí muy buenos para producir televisión. Tendrá que ser algo verdaderamente distinto e irruptor porque el mundo de los servicios de streaming ya está tan pulverizado que ser uno más del montón es demasiado montón. O siempre podría quedar la posibilidad de comprar Netflix, que está atrapado en una carrera histérica por mantener el liderazgo pero de manera tan insana que espera pasar varios años gastando miles de millones y teniendo balances negativos.