- Samuel Prieto Rodríguez
19 de septiembre... otra vez

Los canales de televisión y estaciones de radio hicieron lo suyo. Despliegues de sus ejércitos de periodistas; crónicas; datos duros, muy duros, sobre edificios caídos, personas fallecidas, tragedias y también algunos milagros de esos que únicamente suceden en circunstancias como estas y ayudan a mantener la fe y la esperanza.
Las tres cadenas nacionales de televisión abierta privada se complementaron, cada una, con su canal de noticias para dar una cobertura redonda. Durante la primera madrugada, Joaquín López-Dóriga lo explicaba con sencillez: la labor es la de acompañar con información a quienes se sienten temerosos tras la sacudida, insomnes y deseosos de saber que no están solos en esto.
La industria de las telecomunicaciones también hizo su parte. La telefonía móvil tuvo una respuesta eficaz dentro de las posibilidades técnicas, considerando lo complicado que es mantener funcionando la red tras un terremoto y la saturación que implica el que todo el mundo necesite saber con desesperación sobre sus seres queridos.
Todas las empresas celulares decidieron no cobrar durante los siguientes días las llamadas, los mensajes de texto ni el servicio de datos. Telmex abrió al uso gratuito sus más de 5,500 sitios WiFi Móvil de Infinitum y también la telefonía pública para apoyar a la población.
Facebook activó la Comprobación de Estado de Seguridad para que los usuarios confirmen que se encuentran bien. Google puso a disposición de la gente sus Alertas SOS y el Localizador de Personas para ayudar a que los afectados por la emergencia puedan comprender la situación rápidamente, tomen las decisiones necesarias y ayuden en la búsqueda de desaparecidos. También abrió un sitio en Maps para ubicar edificios colapsados, dañados, centros de acopio y más datos de interés.

Bueno y a todo esto, ¿por qué cuernos no sonó la alarma sísmica con los 40 segundos de anticipación con que se supone lo haga normalmente? La respuesta del Servicio Sismológico Nacional es tan concisa como un tweet.

Ahora resulta. Bueno, busquemos entender. ¿Por qué tiembla? Para responder, tenemos que ir tan al fondo como el centro mismo del planeta. La tierra está compuesta de varias capas: el núcleo interno es sólido; el externo, está compuesto básicamente de metales en estado líquido porque están sometidos a temperaturas y presiones tan extremas como incomprensibles para la percepción humana; el manto inferior es de roca sólida tan caliente que va de los 400 a los 3 mil 500 grados centígrados; el manto exterior tiene un estado entre sólido y viscoso como el que expulsa un volcán en erupción.

La última capa no gaseosa de la Tierra es la corteza que contiene los océanos y continentes. No es una cubierta de una sola pieza y sin fisuras. Está formada por varias placas unidas como una especie de rompecabezas.

El acomodamiento constante de esas placas libera mucha energía contenida en las capas interiores del planeta y origina los sismos. Así que las zonas de mayor riesgo son donde termina una placa y topa con otra. La mayor parte de los sismos que afectan a la Ciudad de México y otros de consecuencias severas en el país se han originado en la costa del Pacífico que es donde la Placa de Cocos topa con la Placa Norteamericana.
Claro, también hay sismos intraplaca como el del martes. Las causas pueden ser muchas: actividad volcánica, fallas geológicas o, en este caso, la subducción de la Placa de Cocos por debajo de la Norteamericana que ocasiona estas sacudidas, como explica el reporte del Servicio Sismológico Nacional.

¿Porqué la alarma sísmica está principalmente en la costa? Una razón adicional pero muy seria es la Brecha de Guerrero, una extensión de 230 kilómetros frente a la región de la costa grande de ese estado, que va desde el sur de Acapulco hasta Papanoa, en el municipio de Técpan de Galeana. Ahí no se ha producido un movimiento telúrico en más de un siglo. El más reciente del que se tiene registro sucedió el 16 de diciembre de 1911 pero el último de proporciones mayores originado ahí, es decir de 8 grados, fue en 1908. Así que el temor científico fundado es que cuando haya uno ahí libere tanta energía acumulada que sea un terremoto de proporciones catastróficas.
Todos sabemos que la capital mexicana es particularmente vulnerable a los sismos porque está construida básicamente sobre un lago, así que el subsuelo es fango al menos en la parte centro-oriente, en zonas de las demarcaciones de Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Tláhuac y Venustiano Carranza. También hay una zona de transición y otra de terrenos firmes y rocosos, principalmente en el sur y el poniente: Coyoacán, Magdalena Contreras, Tlalpan y partes de Milpa Alta y Xochimilco.

La alarma sísmica inició en 1989 en las costas de Guerrero a pesar de que el epicentro del terremoto de 1985 fue en las de Michoacán justo por el temor por la brecha. Con los años se ha ido extendiendo hasta abarcar Colima, Jalisco, Michoacán, Oaxaca y Puebla.

Cuando 2 estaciones cercanas detectan un sismo de 5 grados o más, envían una alerta que, técnicamente, tarda 2 segundos en llegar y activarse en redes, aplicaciones, medios de comunicación y el sistema de altavoces instalados en las cámaras de seguridad pública de la Ciudad de México. Si la onda sísmica tarda unos 50 segundos en llegar, ese corto lapso es la oportunidad para ponerse a salvo. En el caso del sismo del 19 de septiembre del 2017 eso no fue posible porque el epicentro estuvo tan cerca como únicamente 120 kilómetros en los límites de Puebla y Morelos. El del 7 del mismo mes se produjo a 700 kilómetros en las costas de Chiapas, lo que dio mucho más margen de acción.

Algo un poco menos conocido es que en la ciudad también hay una red acelerográfica monitoreando el comportamiento del subsuelo en los 3 tipos de zonas.

Con el terremoto del 19 de septiembre, el comportamiento fue este:

Interesante considerando que si bien a las zonas blandas les fue severo, también otras como las colonias Sta. Cruz Atoyac y Del Valle en suelo de transición sufrieron bastantes desgracias.
Esto no ha terminado para nadie en la ciudad. Si hay oportunidad de ayudar, hay que hacerlo. Si afortunadamente no perdieron a nadie o su patrimonio, revisen bien su casa. Si hay daños estructurales, hay que salir de ella.

19 de septiembre... otra vez.