- Samuel Prieto Rodríguez
La lección de Frida Sofía. No es perversidad, es un error acentuado con ineptitud

No hay lógica alguna. No había necesidad de generar una caja china. En estas circunstancias hay miles de historias reales que conmueven y tocan las fibras más sensibles. Desgracias y milagros por todas partes y la necesidad de todos por saber. El rating está garantizado pero además termina siendo irrelevante porque las cadenas de televisión interrumpen su programación habitual para la cobertura, se suspende la comercialización y aumentan los costos.
Razonemos un poco. Siquiera pensar en montar así un teatro es absolutamente absurdo porque el final es forzosamente muy malo dado que no habría una niña rescatada viva para saltar de alegría, ni un cadáver para llorar, ni nada. Analicemos la cobertura y desmenucemos los errores e ineptitudes a partir de uno de los enlaces de la reportera Danielle Dithurbide.
Primero, fuera niña o adulta, lo que queda claro es que sí había una vida que salvar. Ya después supimos que su nombre real era Reyna Dávila Martínez, de 46 años, una de las conserjes del colegio. ¿Entonces de dónde salió el nombre de Frida Sofía, que era estudiante de secundaria y todos esos detalles? La deducción es simple: la comunicación oral en cadena siempre ocasiona el efecto ‘teléfono descompuesto’ entre interpretaciones y esa tendencia humana a llenar los espacios en blanco en una percepción.
¿Error periodístico? No desde el punto de vista de que se estaba emitiendo información de una fuente oficial que, no por serlo, es necesariamente verídica. ¿Ineptitud? Sí, claro, y bastante grande. ¿De quién? La misma cobertura nos lo devela. En el enlace, la reportera dice en el minuto 0:39: “Las maestras, que han tenido un papel clave en esta operación, nos dijeron que todas las Sofías y todas las Fridas, que por cierto hay varias inscritas en el colegio, están ubicadas, están sanas en su casa con sus familias o están en algún hospital”. En el minuto 1:58 agrega: “Una de las cosas más confusas que están sucediendo en este momento y lo tenemos que mencionar porque además las autoridades nos han pedido que lo hagamos, es que no encontramos a los papás de ningún niño desaparecido. Las familias que estuvieron aquí durante el día, hace cerca de 9 horas que están siendo buscadas por la Marina, por el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, que sigue aquí”.
Es evidente que ni las autoridades tenían claro el asunto. No sólo el almirante a cargo sino hasta el propio secretario de Educación Pública, pero la autoridad sí hizo un trabajo que ni a la reportera, ni a los conductores de la televisora, ni al productor, ni al jefe de información se les ocurrió aunque se trata de una regla básica del periodismo cuando algo no cuadra: cotejar y verificar con al menos 2 fuentes independientes. La materia prima estaba ahí, dicha por la propia reportera: no había Fridas ni Sofías desaparecidas y además no había padres de familia desesperados en busca de ningún estudiante. Era cosa de investigar, ¿no? Se supone que la curiosidad está en el ADN de un periodista.
Como la autoridad sí lo hizo, el resultado saltó.
El subsecretario de Marina, almirante Ángel Enrique Sarmiento, dice en el minuto 0:27: “Hemos hecho un conteo con la dirección de la escuela y tenemos la seguridad de que todos los niños o desgraciadamente fallecieron o están en los hospitales o están a salvo en sus casas. Solamente del personal de intendencia tenemos una duda que posiblemente fuera la persona que nos dan los rastros o los indicios”.
Tras hacerlo público, la ira de Televisa.
En el minuto 0:12, Carlos Loret de Mola fija el posicionamiento de la cadena de televisión: “Entendemos que este rescate, que también ha sido ampliamente difundido por muchos otros medios de comunicación nacionales y extranjeros, genere en la opinión pública un enorme interés e incluso la exigencia de conocer con certeza qué está pasando. Nosotros somos los primeros interesados en ello”. Denise Maerker continúa: “Es importante decir que la información que hemos dado a conocer se basa exclusivamente, y el día de ayer se basó exclusivamente y en todo momento, en fuentes oficiales identificables”.
El problema no fue el desmentido sino las formas. En vez de hacerlo mediante una entrevista o boletín para que la televisora y sus comunicadores pudieran informarlo con un control de daños, la Secretaría de Marina optó por una declaración pública a medios.
El pagano terminó siendo el almirante José Luis Vergara quien había estado al mando de las operaciones de rescate y terminó asumiendo la culpa.

Política. Ni las peores tragedias, ni el altruismo de personas salvando personas, ni la milicia y mucho menos los medios de comunicación se salvan de ella. Y de paso, de prácticas discriminatorias. Si no, entonces ¿cómo se explica la amplia expectativa por Frida Sofía, una presunta estudiante, y la mucho menor tratándose de Reyna Dávila Martínez, la conserje?