- Samuel Prieto Rodríguez
El relevo de Azcárraga en la dirección de Televisa: hecho, causa y efecto

El hecho que causó conmoción fue el anuncio de que Emilio Azcárraga Jean dejará de ser el CEO de Grupo Televisa el 1 de enero para dar paso a una codirección encabezada por los actuales vicepresidentes, Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia.
¿Por qué? La explicación de Azcárraga es una repartición más clara de funciones: “Bernardo y Alfonso han mostrado ser ejecutivos con gran compromiso y dedicación y sus contribuciones a Televisa superan el cargo que ocupan. Sus nuevas funciones y su liderazgo me permitirán enfocarme en la estrategia de largo plazo de la compañía”, dice el boletín que reproduce sus palabras.
El hecho es en realidad más simbólico que práctico dado que será la primera vez en 65 años, desde que existe Televisa y sus empresas antecesoras, que la dirección no estará a cargo de alguien llamado Emilio Azcárraga, dinastía que ya va en la tercera generación. Sin embargo, el consejo de administración, que es el órgano máximo de gobierno corporativo, seguirá encabezado por él.
En la práctica el cambio no es tan escandaloso. Después de todo se trata del mismo equipo ejecutivo que ha tenido el control de la empresa desde hace 20 años excepto por José Bastón quien fue retirado primero como presidente de televisión y contenidos en enero y después como presidente de Televisa Internacional, anuncio que se dio el 22 de septiembre con efectos al 30 de octubre, es decir, en coincidencia con todo este movimiento. A partir de noviembre su función se limita a un asiento en el consejo de administración.

Considerando eso, lo que sí muestra este nuevo reacomodo es la lucha interna de poder en el primer círculo del patrón. En un principio Gómez había sido la figura más cercana a Emilio Azcárraga tras su ascenso a la propiedad del imperio. Amigos desde la infancia, cuando el tercero en la dinastía llegó a la presidencia de la empresa en 1997 fue muy claro: “Todo lo que le hagan a Bernardo Gómez me lo hacen a mí”. Esas palabras tenían mucho más fondo que el evidente porque el entonces joven ejecutivo no había podido trabajar en Televisa desde antes dado que no era del agrado de 'El Tigre', Emilio Azcárraga Milmo, quien lo consideraba una mala influencia para su hijo.
Ya en funciones, su poder era tal que se encargó de maniobras políticas tan importantes para Televisa como el llamado decretazo del 10 de octubre de 2002, que prácticamente desaparecía los tiempos oficiales de radio y televisión, lo que otorgaba a los canales comerciales el millonario beneficio adicional de que el Estado pagaría, al igual que cualquier otro cliente, los anuncios que contratara. Toda esa estrategia la operó como presidente de la CIRT, negociando con Martha Sahagún, primero vocera y después esposa del entonces presidente de México, Vicente Fox.

También tuvo un papel fundamental en el impulso de la llamada Ley Televisa en abril de 2006, aprobada por unanimidad en tan sólo 7 minutos en la Cámara de Diputados. En opinión de sus críticos esa legislación protegía al entonces llamado duopolio televisivo de la llegada de más competencia y fue así hasta que terminó derogada por la Reforma en Telecomunicaciones de 2013.
Sin embargo, el estilo y modos de Bernardo Gómez no eran corporativamente los mejores. Su obsesión por el protagonismo y maneras bruscas ocasionaron la animadversión de varios de los entonces consejeros y accionistas de Televisa como Carlos Slim, María Asunción Aramburuzabala, el magnate mediático venezolano Gustavo Cisneros y José Luis Cebrián, cabeza del Grupo Prisa.
Más aun, Gómez no fue del agrado de la administración del siguiente mandatario así que no hubo otra alternativa que el exilio. “No he visto a Felipe Calderón, no conozco al secretario de Gobernación Ramírez Acuña. Ya no me encargo de las relaciones políticas de Televisa, esto ahora lo ve Emilio Azcárraga. Voy a ocuparme otra vez, sobre todo trabajando en San Diego, California, de lo que hacía cuando entré a Televisa: los nuevos negocios”, le dijo a Federico Arreola en una entrevista publicada el 12 de diciembre de 2006 en La Jornada, apenas 11 días después de la toma de posesión presidencial.
“No volverán a abrir Los Pinos a patadas”, decían los asesores cercanos a Calderón en referencia a la forma en que el ejecutivo mantuvo su relación con la pareja presidencial durante el foxismo.

Pero los tropiezos de Bernardo Gómez Martínez comenzaron antes. Emilio Azcárraga había intentado ponerlo al mando operativo de Univision pero el entonces accionista mayoritario de esa cadena, Jerrold Perenchio, no accedió dada la fama de déspota que Gómez ya se había ganado y un pequeño detalle que terminó por hundirlo: su lazo familiar con el fallecido guerrillero cubano Jorge Martínez Rosillo, personaje cercano a Fidel Castro, por lo que no era nada bien visto en Miami, ciudad en que Univisión tiene su sede y donde la comunidad cubana anticastrista es particularmente poderosa.
Pero como en la política mexicana pocos destierros duran más de un sexenio, terminado el de Felipe Calderón las cosas se volvieron menos complicadas para Bernardo Gómez quien retomó la vicepresidencia ejecutiva de Televisa y desde ahí los asuntos relacionados con el área de noticias y las relaciones con el gobierno.
A partir de enero, a la cabeza de la empresa, tendrá en Alfonso de Angoitia un contrapeso en varios sentidos, por un lado en el cuidado de ímpetus y por otro en la complementación de competencias ya que su área de experiencia tiene más relación con la administración y las finanzas.
¿Cuál es el trabajo? Básicamente reparar el barco por enésima vez y operar el día a día en función de la estrategia de largo plazo que vaya dictando Azcárraga y su consejo de administración del que ellos también forman parte.
Recapitulemos tantito. Bajo la dirección operativa de José Bastón, Televisa dio giros audaces que representaron apuestas bastante riesgosas. Intentó convertirla en un ecosistema multiplataforma en que el canal 2 perdió su personalidad como el canal de televisión insignia y se convirtió en un componente más al igual que Blim, la apuesta de video bajo demanda, y la TV de paga. El resultado fue que todo el grupo se hundió más en la crisis que de por sí ya lo agobiaba.

Fue un desastre. Aquí mismo, en El Despacho del Productor, hicimos el análisis en su momento. La estrategia fue lanzada el 22 de agosto de 2016. Estrenaron un flamante newsroom de última generación, quitaron a Joaquín López-Dóriga y a Lolita Ayala para refrescar su pantalla con Denise Maerker y Karla Iberia Sánchez, dividieron el horario noticioso matutino en tres programas, estrenaron la serie Yago que terminaron reduciendo de horario y después cambiando al canal 5, crearon el late night show Esta Noche con Arath que duró sólo 12 emisiones, el rating se les fue en caída libre, en fin.
De eso, Televisa no ha terminado de recuperarse y además los fiascos continuaron. La creación de Blim acabó siendo uno de los más severos. Los estrenos proyectados para esa plataforma están en el limbo y las inversiones básicamente detenidas porque nomás no ha pegado. De acuerdo con The Competitive Intelligence Unit, tiene apenas el 6.9 por ciento del mercado, muy por debajo de Netflix y Claro Video.

Veamos ahora qué tal lo hacen Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia. El mismo equipo. ¿Seguirán apostando por el esquema de ensayo y error? Básicamente así es como ha vivido la televisión en los últimos años frente a una mayor competencia de canales y las alternativas online, pero en el caso de Televisa ha sido recurrente y muy costoso.
Se han explorado otras alternativas. La prensa ha especulado de varias maneras. En mayo ya se hablaba de la salida de Emilio Azcárraga y se decía que su relevo iba a ser su hermana Ariana quien tiene mucha experiencia exitosa al frente de Televisa Networks, que es la división encargada de la producción, distribución y comercialización de señales de TV de paga.
En junio, el rumor era la idea de crear Univisa, fusionando a Televisa con Univisión, ya que ambas empresas tienen a Isaac Lee como responsable de los contenidos.
Lo cierto es que se abre una nueva etapa. Habrá que ponerle mucha atención.