- Samuel Prieto Rodríguez
Intercampañas, un respiro del bombardeo electoral

La primera parte del bombardeo se marcó con fecha final el domingo 11 de febrero. Terminaron las llamadas precampañas que teóricamente son la parte del proceso electoral en que los precandidatos hacen proselitismo dentro de sus partidos políticos para conseguir la candidatura.
Decimos teóricamente porque los anuncios de radio y televisión que saturaron la programación a todas horas alcanzaron a audiencias mucho más masivas y además no hay competencia en ninguna de las coaliciones pactadas. Desde un principio supimos que Andrés Manuel López Obrador va con Juntos Haremos Historia (Morena, PT y Encuentro Social), José Antonio Meade con Todos por México (PRI, Partido Verde y Nueva Alianza) y Ricardo Anaya con Por México al Frente (PAN, PRD y Movimiento Ciudadano).
O sea que en la práctica el periodo de casi dos meses de precampañas, del 14 de diciembre al 11 de febrero, fue una reverenda simulación. Aun así, los partidos políticos nos recetaron 11 millones 184 mil anuncios de radio y TV para tomar presencia y promocionar a sus precandidatos.

Si cada uno de esos impactos fue de 30 segundos, entonces en sólo 9 semanas y media nos zamparon el equivalente a 10 años, 9 meses, 2 semanas, 3 días y 8 horas de spots distribuidos en todas las estaciones de radio y canales de televisión del país. Eso sin contar la publicidad institucional del INE.
Superado eso, un respiro. Inicia la etapa que llaman de intercampañas en el guion trazado en la ley y las disposiciones electorales que no está para nada apegado a la película real. Es el periodo en que se supone que los partidos definan a sus candidatos y se preparen para la campaña que arranca el 30 de marzo con un nuevo y reforzado arsenal de spots, disparos de señalamientos y acusaciones, calles atascadas de propaganda y demás recursos.
Antes, del 12 de febrero al 29 de marzo, el bombardeo es muchísimo menor, de hecho, casi imperceptible. Los partidos tienen 2 mil 205 promocionales asignados que si se reprodujeran linealmente uno tras otro durarían nada más 18 horas, 22 minutos y 30 segundos.
De hecho, los precandidatos tienen que estar reservados y bien portados. Pueden otorgar entrevistas pero no llamar al voto ni hablar de sus propuestas, tampoco encabezar mítines pero sí asistir como invitados a reuniones con sectores sociales nada más que sin incurrir en actos anticipados de campaña. O sea, no pueden hablar de nada de lo que importa a estas alturas.
El Instituto Nacional Electoral también está preparándose. Alistar sus baterías para el inicio de las campañas el 30 de marzo incluye monitorear contenidos periodísticos y anuncios publicitarios en los medios tradicionales pero además está explorando formas de actuar como árbitro también en internet.

Por ejemplo, firmó un convenio con Facebook. Entre otras cosas, se transmitirán por ahí los debates presidenciales; habrá un Botón de Elector Informado con noticias y recursos para localizar las casillas de votación; un detector de fake news y difusión de materiales del INE, desarrollados por la red social y organizaciones civiles, para contrarrestarlas.
También organizarán talleres sobre medios nativos digitales y el día de los comicios habilitarán un espacio para facilitar la labor de periodistas y medios de información.
Suena bienintencionado ¿no? Aunque, claro, hay quienes dicen que es una maniobra más de exceso de control contraria a la libertad de expresión. Por ejemplo, ¿según qué criterios se considerará si una publicación contiene noticias falsas? El diablo está en los detalles y en la mayoría de los casos la línea no está tan definida.

Lo que sí queda claro es que hay que estar en todos lados. Imma Aguilar, polítóloga directora de la firma consultora Perfil Público, plantea que “nadie puede ganar una campaña electoral si no ha ganado la campaña en las redes, lo que pasa es que no es suficiente. Yo creo que todavía la televisión es el elemento diferenciador ¿no? Quien gana los medios gana la campaña”.
¡Ah! Pero no se trata de cuántos y cuales medios se utilicen sino de la estrategia. “Han cambiado mucho las cosas, o sea, los ciudadanos esperan otra cosa de los candidatos, esperan otra cosa de las campañas, no estamos en la misma clave, se buscan candidatos auténticos, gente que se parezca mucho a ti, a lo que tú piensas, a lo que tú sientes, a lo que tú temes, alguien que represente eso, no tanto que tenga buen aspecto, no tanto que tenga un buen traje, no tanto que tenga un buen corte de pelo”.
Como ejemplo, una gran diferencia entre Donald Trump y su adversaria en la carrera presidencial de 2016, Hillary Clinton, es que él puede aparecer despeinado, con la corbata chueca o vomitando blasfemias políticas mientras que ella era toda elegancia y corrección. Se veía prefabricada y lo que hoy rifa es la autenticidad. Pero hasta en eso hay que tener cuidado. No se trata de disfrazarse de normal sino de serlo. Un diputado que se sube al Metro durante un día sin auto para tomarse una selfie y publicarla en todos los medios no cae nada bien sino todo lo contrario.

“La política es cada vez menos desintermediada, o sea, cada vez hay menos barreras o menos interpretadores de la política. Digamos que los ciudadanos ya interactúan con los políticos directamente”, apunta Imma Aguilar.
Ximena Mata, consultora de Integralia, refuerza un poco estas ideas de acuerdo con su evaluación de las precampañas. “Andrés Manuel López Obrador que sigue siendo el candidato puntero fue quien se promocionó menos en radio y tele. ¿A qué se debe esto? A que el nivel de conocimiento que tiene es de casi el 100 por ciento, es decir, él no necesita darse a conocer mediante spots en radio y tele para que la gente sepa quién es él. Hoy su estrategia está dirigida a hacer eventos y a estar en contacto con la gente para ganar más adeptos. Por el contrario, José Antonio Meade y Ricardo Anaya todavía tienen o tenían al inicio de la precampaña una brecha de conocimiento que cerrar y de ahí que utilizaran más los espacios en radio y televisión”.
Claro, en este caso no sólo es estrategia sino que Morena, un partido de reciente creación y pocos espacios políticos ganados proporcionalmente, tiene por ello menos tiempos publicitarios asignados en los medios de acuerdo con las disposiciones del INE. La cuestión es la manera como cada candidato y su equipo juegan las cartas.
Por ahora ya todos sabemos quién es #YaSabesQuien, Meade ya se ganó su slogan con hastag #YoMero y Anaya busca el impulso del éxito musical del momento #Nananánaná.
Un respiro. El bombardeo regresará todavía más nutrido el 30 de marzo.