- Samuel Prieto Rodríguez
El Calpulli de la elite de Televisa

La cita fue en Valle de Bravo, el sábado 2 de junio. El motivo original, el cumpleaños de los hijos del copresidente de Televisa, Bernardo Gómez, pero la corresponsal del diario español El País, Teresa de Miguel, reporta que “el evento se había ido haciendo tan grande que terminó en un exclusivo festival de talla internacional con una cabeza de cartel conformada por el reggaetonero colombiano J Balvin, el dúo australiano Empire of the Sun y el grupo Bomba Estéreo, también de Colombia. Era una fiesta de niños ricos de épicas proporciones. Los XV años de Rubí de la élite mexicana”.

El evento terminó llamándose Calpulli y su producción “no le envidiaba nada a festivales de la talla de Bahidorá o Ceremonia. Los asistentes eran bienvenidos por la instalación Ilumina, una escultura interactiva estrenada el año pasado en Burning Man, el inclasificable espectáculo que se celebra anualmente en el desierto de Nevada. Llegar a las barras era una carrera de obstáculos porque una marea de adolescentes vestidos de blanco dificultaba el paso”.

La corresponsal cuenta que de los 4,000 asistentes, 3,000 eran de la crema y nata. El costo por persona fue de 2,000 pesos y el de una mesa VIP de 50,000. “Somos estudiantes de prepa y estamos por entrar a la universidad”, explicó uno de los 16 jóvenes organizadores quienes contaron además con el apoyo de una marca de tequila entre otros patrocinadores. “Vemos un México con profundas diferencias, un México en el que nosotros hemos sido bendecidos con oportunidades que mucha gente en nuestro país no tiene”.

El propósito de la recaudación es construir una escuela en la localidad de Casas Viejas, ahí mismo en el municipio, que de acuerdo con el Coneval no es de las más pobres ahí pero sí tiene niveles de rezago que considerar. No tiene cobertura del Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias de la Sedesol, pero sí es considerada como de alto grado de marginación.
“Primero Dios, llegando a la meta podremos tener el dinero para hacer este colegio que tanto se necesita en esta comunidad”.

En el evento de Valle de Bravo, otros patrocinadores que se llevaron agradecimientos fueron los presidentes de Banorte, Carlos Hank González, y Lala, Eduardo Tricio Haro. La periodista cuenta que cuando la ocasión llegaba a su fin, una de las jóvenes organizadoras se preguntó: “¿Si gana el Peje seguirá habiendo Calpullis?”.
Después de todo, por lo menos un sector de la elite mexicana sí está preocupado. Alberto Bailleres de Grupo Bal, conmina a sus trabajadores a razonar su voto al igual que Germán Larrea de Grupo México, quien envió una carta a sus empleados señalando los riesgos de “un modelo populista”. Al candidato puntero en las encuestas le quedó el saco y subió de tono la confrontación que había iniciado desde que amenzó con cancelar el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México al inicio de la campaña presidencial.

La Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial salieron a defender las posturas de sus agremiados. López Obrador había acusado de conspirar en favor del panista Ricardo Anaya también a Claudio X González de Kimberly Clark, a Eduardo Tricio Haro de Grupo Lala y a Alejandro Ramírez Magaña de Cinépolis, expresidente, vicepresidente y presidente del Consejo Mexicano de Negocios, organismo que le dio el manotazo en la mesa con un desplegado titulado Así No.
La guerra de señalamientos entró en una etapa de tregua tras una reunión el martes 5 de junio. “Se aclararon todas las dudas, se limaron asperezas y se estableció un compromiso de trabajar juntos, en el caso de que el pueblo de México decida que yo sea presidente de la República”, dijo López Obrador. “Quedamos en que después del 1 de julio, si ganamos la presidencia, nos vamos a volver a reunir para ponernos de acuerdo y poder presentar conjuntamente un plan de desarrollo económico para México”.
El morenista sabe que no tendría gobernabilidad confrontado con el empresariado. Tal vez no haga del todo las paces, pero es importante que lleve la fiesta en paz. El horno ahora no está para bollos.

El término calpulli es del náhuatl, significa “grandes casas” y se utilizaba para designar unidades de la sociedad azteca constituidas por parientes ficticios, es decir, personas que creían descender de un mismo antepasado quien generalmente era un ser mitológico. Todos vivían en un mismo sector de la ciudad, ejerciendo en común la propiedad de las tierras que les habían sido asignadas.
En Tenochtitlán había 20 calpullis integrados tanto por mexicas originarios como por extraños que se habían fundido con la nación azteca. Por su forma de organización, cada uno se asemejaba a un clan; sin embargo, entre sus miembros había diferencias de riqueza, posición social y poder. De ahí que se les halla denominado clan cónico, es decir, fuertemente jerárquico y patrilineal, o sea que pesaba la descendencia a través de la línea masculina.
La cúspide era ocupada por quienes estaban más cercanamente relacionados con el ancestro fundador y en la base se hallaba la gran mayoría de sus componentes.

El calpulli era, además, una unidad religiosa y militar. Sus integrantes adoraban a un mismo dios en templos erigidos dentro de sus tierras y combatían en los mismos destacamentos. Para eso recibían instrucción militar en el telpochcalli, o escuela de guerreros, que cada calpulli mantenía.
El jefe era el calpullec, designado vitaliciamente dentro de la misma familia por los demás miembros del calpulli. Actuaba como juez en litigios menores, representaba al calpulli en el consejo azteca, dirigía la educación de los niños y, sobre todo, repartía las tierras entre las familias de acuerdo con el número de componentes.
Las evidencias señalan que la mayoría de los 20 calpullis habitaban uno de los sectores de Tenochtitlán: el correspondiente a los campesinos, lo cual indica que su importancia estaba directamente relacionada con las funciones que ejercían sus más destacados integrantes.
¿Algo que aprender de la historia sobre qué hacer y qué no?