- Samuel Prieto Rodríguez
Un año de #MeToo y el Premio Nobel suspendido

El hashtag ya tiene un año y continúa con mucha fuerza. La expresión tiene bastante más tiempo de uso, impulsada por la activista Tarana Burke, pero se hizo viral, despertó conciencias masivamente y enfocó la indignación en muchos puntos del planeta sobre el acoso cuando la actriz Alyssa Milano destapó la cloaca de las múltiples agresiones sexuales del entonces poderoso productor de cine y ejecutivo de Hollywood, Harvey Weinstein.
El ostracismo del lujurioso cineasta criminal y todo lo que tenga que ver con él, fue apenas el inicio de la cadena de denuncias. Aquí en El Despacho del Productor hemos dado seguimiento a la lista: Kevin Spacey, el en este momento encarcelado Bill Cosby, Danny Masterson, el productor y director Brett Ratner y un etcétera bastante largo.

En el universo deportivo, el escándalo más reciente es la acusación de la estadounidense Kathryn Mayorga quien acusa Cristiano Ronaldo de violarla hace 9 años, en 2009, en Las Vegas. El jugador de futbol afirma que se trata de fake news, pero mientras se investiga el hecho permanecerá fuera de la selección portuguesa en tanto que la Juventus FC, equipo italiano donde juega y es la estrella, ha dicho que la acusación “no cambia la opinión” que tiene el club sobre su delantero.

En el ámbito del periodismo el caso más escandaloso es el de la institucionalización de la misoginia, el abuso sexual y el racismo en el canal conservador Fox News donde la podredumbre inició desde la cabeza, su ahora fallecido expresidente Roger Ailes quien acumuló muchas denuncias de conductoras y otras empleadas de todos los niveles al igual que el expresentador estrella Bill O'Reilly, Sean Hannity y varios otros personajes incluyendo a Bill Shane, uno de los copresidentes que el propietario, Rupert Murdoch, había puesto después para limpiar todo el cochinero.

#MeToo es ahora el hashtag de la denuncia y el de señalar al abusivo, al acosador y al agresor. Su impacto es tan grande que hasta el Premio Nobel de Literatura dejó de otorgarse este año ante el escándalo dentro de la Academia Sueca donde Jean-Claude Arnault, esposo de una de las integrantes, Katarina Frostenson, es ahora señalado como el Harvey Weinstein de la literatura. El escándalo de acoso y abusos sexuales que destapó además una serie de irregularidades en el manejo financiero de la institución que elige anualmente al merecedor del prestigioso galardón, la tiene hundida en su peor momento desde que fue fundada en 1786.
La acusación pública contra Arnault que desató la crisis fue en el diario Dagens Nyheter en noviembre de 2017 cuando 18 mujeres lo señalaron y tras sus muy graves testimonios también se descubrió que la Academia, que lo financiaba y apoyaba artísticamente, había ignorado la alerta de una de las víctimas quien escribió una carta a la institución contando su caso hace 20 años. El destape de la cloaca reveló también que el fotógrafo francés acosó a esposas, hijas y trabajadoras de la institución, que nunca había tomado cartas en el asunto. La polémica ocasionó una cascada de dimisiones, incluidas la de la esposa del agresor y la de la secretaria permanente, Sara Danius, quien había liderado al grupo que exigía el esclarecimiento de la situación y se tomaran medidas.

La carta ignorada no fue el único descubrimiento de una auditoría encargada por Danius antes de irse. También develó otras barbaridades como que Arnault había filtrado en varias ocasiones el nombre de los galardonados antes de tiempo y que el centro cultural que dirigía y que había recibido miles de euros de financiamiento por parte de la Academia era copropiedad de su esposa, conflicto de intereses que echó todavía más leña al fuego de la polémica.
En esas circunstancias, la determinación fue posponer la entrega del Nobel de este año y entregar dos en 2019. "Se ha llegado a esta decisión porque la Academia está actualmente mermada y afronta una pérdida de confianza del público", explican en un comunicado los miembros de la institución. La medida no afecta a los otros premios Nobel, que otorgan organismos distintos.
No es la primera ocasión en que el de literatura no se confiere pero sí en que la causa es el descrédito. En 1935 quedó desierto y en 1914, 1918, 1940, 1941, 1942 y 1943 no hubo galardonados debido a las dos guerras mundiales. Además se ha pospuesto en siete ocasiones: 1915, 1919, 1925, 1926, 1927, 1936 y 1949 en busca de un “candidato adecuado” pero en estos casos siempre terminó por entregarse, la mayoría al año siguiente.

Mientras todo eso pasa en el mundo con #MeToo, ¿qué sucede en México? No mucho. Casi nada. Hace un año, en medio del marasmo inicial del hashtag, Netflix estrenó el documental Cuando Conocí al Chapo, de Kate del Castillo. En él, la actriz reveló los usos y costumbres de Televisa: “Las comidas de publicistas eran básicamente, eras una elegida así guau, si te invitaban a las comidas de publicidad. Aunque literalmente esas comidas eran para ofrecer a las actrices a los publicistas, que es una gente que mete el dinero en Televisa ¿no?, que son los que compran los tiempos de aire”.
Y continúa: “Ya la primera vez que a mí me invitaron, yo estaba haciendo Muchachitas y yo tenía a mi novio que era Ari Telch, entonces cuando tienes que hablar para reservar y todo eso, les dije ‘ay sí, muchas gracias, Ari y yo vamos a estar ahí’. Me dijeron ‘no, no, no, nada más estás tú invitada’. Les dije ‘¿sabes qué? No se me antoja ir, no, muchas gracias’. Colgué y después me hablaron y me dijeron ‘cómo que no vas’, o sea casi, casi que no te estamos preguntando. A mí lo que me ofrecieron fue ir a entretener a unos señores que yo no conocía y me pareció de lo más bajo y nunca lo acepté”.
Otras actrices como Alejandra Ávalos y Dulce María confirmaron la existencia de ese menú de cuerpos y otras notas señalaron a la productora Carla Estrada como su creadora pero ella afirmó que se trata de un catálogo que permite a los productores seleccionar sus castings, no de un listado fotográfico de prostitución.

Más recientemente, el 19 de febrero de 2018 supimos mediante el programa de Carmen Aristegui en CNN en Español que Paola Núñez sufrió acoso sexual y terror psicológico de un director de cine, que Stephanie Sigman fue toqueteada contra su voluntad por un cineasta y su pareja, que la clavadista Azul Almazán era acosada por su entrenador Francisco Rueda y que la actriz Karla Souza fue violada presuntamente por el productor Gustavo Loza.
Ninguno de todos esos casos ha llegado a una consecuencia tan obvia como el encarcelamiento de un culpable demostrado. Se quedaron en el nivel del escándalo. En el caso de Karla Souza, ella no dijo específicamente que haya sido Gustavo Loza quien la violó, aunque Televisa emitió de inmediato un comunicado en que decía: “Ante las denuncias públicas sobre abuso sexual de la actriz Karla Souza, y después de una investigación preliminar, Televisa ha decidido romper de manera inmediata toda relación con el señor Gustavo Loza”.
Pero ese rompimiento duró muy poco dado que el productor regresó tres meses después a las filas de la televisora y nunca se supo si es o no culpable.
En el país de no pasa nada está el movimiento #MeToo, el caso Odebrecht, la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa y muchos otros asuntos más sin respuesta como muestras de que la impunidad continúa siendo lo de hoy, mientras que en el mundo ruedan cabezas; hay sanciones, aunque no tan severas ni suficientes, y un Premio Nobel deja de entregarse. Ahí la llevamos.