top of page
  • Samuel Prieto Rodríguez

Manos sucias en la comunicación oficial


Queda claro, la experiencia y capacidad para generar contenidos útiles en sintonía con la llamada “cuarta transformación” está más que acreditada. El problema es que las insignias de ese “cambio de régimen” son la moralidad, la honestidad y el rechazo a la corrupción, la simulación y la mentira. Ocupar un cargo como servidor público tiene que pasar necesariamente por mucho más que las calificaciones técnicas, incluyendo las formas, la manera de llegar y los antecedentes.

Azucena Pimentel, quien ocupa un puesto en el área de Atención a Prensa Nacional e Internacional de la Coordinación General de Comunicación Social de la Presidencia de la República, tiene este último problema. Sus antecedentes no dan lo mínimo necesario para otorgarle como funcionaria pública el voto de confianza por honestidad que, decíamos, es una de las banderas principales del lopezobradorismo.

El 9 de diciembre de 2005, Azucena Pimentel era la productora de Primero Noticias, el entonces noticiero matutino del canal 2 de Televisa, y por lo tanto responsable de lo que sucediera en la transmisión. Esa mañana decidió dedicar una gran parte del tiempo de programa a difundir y hacer un espectáculo con una farsa.

Tras develarse que el escandaloso operativo en que fue detenida la francesa Florence Cassez había sido un montaje mediático, el reportero Pablo Reinah terminó siendo el único en pagar los platos rotos, despedido de manera fulminante de la televisora. Pimentel conservó su empleo y Carlos Loret de Mola, el conductor, reconoció una responsabilidad solo marginal más tarde que temprano, siete años después, hasta el 21 de enero de 2013.

“El caso de Florence Cassez implicó una sacudida para todos los que trabajamos en Primero Noticias. El 9 de diciembre de 2005 nos tocó transmitir la información de su captura y luego supimos, se trató de un montaje. A la ciudadana francesa la habían detenido un día antes y la autoridad fingió y simuló un operativo como si estuviera sucediendo en vivo. Con lo que yo estaba viendo en pantalla en ese momento, que es lo mismo que se estaba viendo al aire en la señal de Televisa, con la información que estaba dando el reportero, con la supervisión encargada a los jefes de las áreas de producción y contenidos quienes no me alertaron de nada extraño, yo no me di cuenta de este montaje, no me di cuenta de esta trampa. En retrospectiva, con un análisis más minucioso de todas las imágenes, creo que pude haber descubierto el engaño. Al calor de la noticia, como el árbitro de futbol que no tiene acceso a la repetición y debe decidir de botepronto, no lo hice y lo lamento”.

El caso tuvo muchas repercusiones en distintos frentes. Hoy, Florence Cassez vive libre en su país de origen luego de múltiples encontronazos diplomáticos. Ese fue también uno de los casos que llevaron a cambiar las leyes relativas al debido proceso que ahora prohíben a las autoridades y a los medios mostrar por completo los rostros de los detenidos, aunque lo hayan sido en flagrancia.

Bueno, la productora responsable de haber puesto al aire, en un noticiero de televisión tan importante, una mentira de ese tamaño, hoy es una de las encargadas principales de la información que difunde la llamada “cuarta transformación” con todo y su bandera de honestidad.

Jenaro Villamil llegó al puesto que ocupa actualmente con bastantes chascos en el camino. Es el presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. Periodista por años, muy crítico de la corrupción en el país y también del modelo de televisión privada, su forma de hacer negocios, de relacionarse con el poder y la calidad de sus contenidos. Otro gran problema de congruencia.

Para empezar, Villamil fue impuesto y además por las malas. La columna Bajo Reserva de El Universal del 24 de enero, reveló:

“Con un trato rudo, e incluso intimidatorio, el presidente del Sistema Público de Radiodifusión (SPR), Armando Carrillo Lavat, fue prácticamente obligado a renunciar al cargo que debía ocupar hasta el mes de octubre, nos comentan. Don Armando fue convocado a Palacio Nacional y luego de darse cuenta de que iban por su puesto a cualquier costo, acabó por decir que él no opondría resistencia y firmó su renuncia”.

Hay que recordar que el SPR es autónomo, su presidente es propuesto por el presidente de México y ratificado por el Senado. Su periodo es por cinco años con posibilidad de repetirlo una vez y el diseño se hizo así justo para evitar que el cargo fuera influido por intereses sexenales, pero esta vez eso no importó.

Ya en el trámite de la ratificación del Senado, Villamil se sacó otro as de la manga. No está titulado lo que, hay que decir, para hacer periodismo no es un pecado. El problema es que para el puesto de presidente del SPR la ley exige nivel de licenciatura.

Claro, la solución es tan simple como encontrar la interpretación más conveniente a un término que se presta a la imprecisión: “Dice nivel licenciatura, no grado o título de licenciatura. Hay ahí una cosa de si es nivel o título; yo les dije: ‘los estudios de licenciatura sí los acabé’”. Los senadores le hicieron válido el argumento.

José Antonio Álvarez Lima, entonces presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía del Senado, fue el encargado de llevar a buen término la nominación. Hoy es director del Canal Once, puesto en el que es coordinado por Villamil.

El camino tampoco estuvo libre de más chascos y prácticas cuestionables. En el Conacyt, donde había una modista como subdirectora de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, también había un subdirector de comunicación llamado David Alexir Ledesma Feregrino, con apenas tres semestres cursados de la carrera a los 29 años y afición por posar como stripper, que había sido recomendado por Villamil para ocupar el puesto.

¿Pecata minuta? No es la primera ocasión en que un gobierno designa o impulsa el nombramiento de funcionarios con antecedentes cuestionables o de manera irregular. Pero ¿y el “cambio de régimen”?

#Periodismo

bottom of page