- Samuel Prieto Rodríguez
HuffPost, BuzzFeed, Vice... la decepción de los medios digitales

Hace mucho tiempo que los agoreros de la muerte de la televisión, la radio y el periódico se han contado por montones. Se suponía que los medios digitales eran lo de hoy y por supuesto el futuro. Terminó siendo un supuesto muy simplista ¿no?
El cierre de HuffPost México es parte de una crisis global de ese y otros medios digitales importantes. Apenas el pasado 24 de enero, Verizon Media en Estados Unidos despidió a 800 empleados de sus empresas de internet AOL, Yahoo! y claro, su periódico online HuffPost donde prácticamente desmanteló el área de análisis y opinión y se deshizo de reporteros emblemáticos.
El periodista Nick Wing tuiteó: “Después de 9 años en HuffPost, me dejaron ir junto con algunos talentos increíbles. Logré sobrevivir a las intrigas y mucho más aquí, pero no pude escapar de los despidos. Avíseme si está buscando un reportero-editor para cubrir temas sobre armas, drogas, justicia penal”.
En México, la franquicia era operada hasta el viernes 8 de marzo por el Grupo Imagen. Ese día, sin aviso previo de ningún tipo, simplemente cesó las operaciones.
El problema con el cierre en México es que la empresa incurrió en las mismas prácticas arbitrarias e ilegales que el 20 de diciembre cuando hizo también un recorte masivo de personal en sus medios propios que abarcan televisión, radio, periódico y digital.
Pero en esta ocasión, los despedidos de HuffPost se organizaron para rechazar las condiciones y entablar una demanda colectiva.
Decíamos, el del HuffPost no es un caso aislado. Los grandes medios internacionales online están cerrando divisiones de noticias enteras por problemas financieros. BuzzFeed cerró las de España y México apenas al finalizar enero.
Los quizzes para saber cuál de sus estrellas sería su pareja ideal, las listas de cosas sobre curiosidades y demás contenidos de entretenimiento siguen en auge, lo que dice mucho, por cierto, sobre la responsabilidad 50-50 de las audiencias en la calidad y profundidad de los contenidos que tienen éxito.
La canadiense Vice también se subió a la tendencia de recortar costos y despidió a 250 personas dejando a un lado el periodismo cotidiano para enfocarse más en sus productos de televisión y videos online.
Un argumento extendido para explicar la crisis de los medios nativos digitales es el duopolio global de Google y Facebook, que acaparan porcentajes tan elevados de la publicidad que asfixian las finanzas de todos los demás.

Con el pretexto del combate a los discursos de odio, la discriminación, los contenidos tóxicos y demás fenómenos que azotan a las redes, ambos gigantes han cambiado sus algoritmos para dar mucha más prioridad a los contenidos personales y mucha menos a los medios informativos también en un intento desesperado, hay que decirlo, por recuperar la confianza perdida luego de escándalos recientes como la manipulación de elecciones con recursos como las fake news y los bots. Como si el periodismo profesional hubiera sido el culpable.
¿Y eso qué? Como referencia, de acuerdo con la revista Forbes, antes de esta oleada de crisis las redes sociales proporcionaban el 22 por ciento del tráfico de los medios de comunicación estadounidenses. En el caso de los digitales, la cifra se elevaba todavía más: 48 por ciento en el caso de Vice y 38 por ciento para BuzzFeed. Si las redes ya no ponen tanto acento en las noticias y la información, las audiencias bajan a niveles críticos para los medios periodísticos.
Google y Facebook han anunciado iniciativas para impulsar las noticias de fuentes confiables y erradicar las fake news. Asumiendo que sean proyectos bienintencionados, ¿no hay riesgo de que esos gigantes sean quienes decidan de qué se enteran las audiencias, de qué no y cómo? Después de todo, la diversidad de enfoques y maneras de plantear una misma información es lo que permite a cada persona formarse un criterio propio. ¿Puede un algoritmo diferenciar entre eso y los contenidos maliciosos?
El ecosistema noticioso e informativo tradicional está lejos de morir y el digital no termina de tomar forma.