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  • Samuel Prieto Rodríguez

Cómo se esparció el COVID-19



La propagación del virus pudo haberse contenido mucho más eficazmente desde el brote. La investigación de los periodistas Jin Wu, Weiyi Cai, Derek Watkins y James Glanz publicada en The New York Times el domingo 22 de marzo, muestra cómo la negligencia y la dilación del gobierno chino en la reacción hizo la diferencia.


Además de esta investigación de los periodistas de The New York Times, otro recuerdo de la negligencia del gobierno chino fue que Li Wenliang, el primer médico en Wuhan que alertó sobre el nuevo coronavirus fue acusado de propagar rumores, censurado, sancionado y murió víctima de su propio descubrimiento.

Post mortem, recibió una disculpa oficial. En un régimen autoritario eso es muy inusual pero una explicación clara es que el doctor se convirtió en un ícono del enojo generalizado en las redes sociales chinas contra el Partido Comunista y el control férreo que mantiene sobre los medios informativos, que entre otras cosas permite ocultar brotes de enfermedades, accidentes industriales, desastres naturales o escándalos de corrupción y tomar represalias impunes contra quienes denuncian públicamente.


Los errores cometidos por China y los países donde la propagación del COVID-19 rebasó a las autoridades tendrían que ser lecciones aprendidas para otros gobiernos y organismos pero esta es una circunstancia de esas en que el sentido común no es precisamente el más común de los sentidos.

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